14 julio 2015

Duelo de carroñeros

Son las 10:57 horas en la cumbre de una montaña en el valle del Lozoya, y desde una caseta de madera de WildIberianNature, el disparador de mi cámara echa humo - hay dos gigantes peleándose a 10 metros de la caseta, dos animales formidables... ¡y hambrientos!


¿Pero qué está ocurriendo? ¿por qué se pelean? 

Todo comenzó 5 horas antes, cuando con las primeras luces del día comenzó a posarse en la montaña todo un batallón de buitres leonados... ¡habían descubierto que había una carroña junto a la caseta de madera!
Los rayos del amanecer iluminan al primer buitre leonado (Gyps fulvus) en llegar...

Los buitres ponen a punto cada pluma de su cuerpo... necesitan estar en plena forma. Su extraña pero innegable elegancia los hace el carroñero europeo por excelencia, y sin embargo en la cultura occidental se les ha despreciado y odiado como seres feos y malignos.
 Parecemos olvidar que no hace tanto los considerábamos auténticos dioses, y es que en el Antiguo Egipto el buitre era la encarnación de Nekhbet, la diosa del Alto Egipto antes de la unificación. Junto con la cobra de Uadyet, el buitre coronaba la cabeza del faraón para protegerle.

Con la noticia de la carroña, más y más buitres alzan el vuelo desde las altas montañas en las que pasaron la noche...

La potencia de sus movimientos es imponente, esos 10 kg de masa y los 2.5 metros de envergadura le hacen a uno sentirse diminuto. Aquí ves a uno que parece dispuesto a conquistar el mundo, y como estaba en la ladera encima del hide el efecto de poderío era aún mayor

Nada más llegar, los leonados establecen sus jerarquías. El cuello tenso, el pecho hinchado y las alas medio abiertas son una señal de dominio total por parte de este buitre. 
Pero que haya conseguido apartar al otro leonado no significa que tenga la comida asegurada...

...en el otro extremo de la cima, está llegando una sombra negra aún más grande...

Te presento al buitre negro (Aegypius monachus), el ave con mayor envergadura de Eurasia... 
un gigante de 280 cm de envergadura, un mito de la fauna ibérica que siempre soñé con ver de cerca

Los dominios del buitre negro... esas altas cumbres son patrulladas a diario por el gran buitre, aunque hace un par de décadas habría sido casi imposible dar con uno: su población era tan baja que estuvo al borde de la extinción. Sólo ponen 1 huevo en sus gigantescos nidos, y a veces pasan varios años hasta que vuelven a criar.

El recién llegado se disponía a comer cuando... ¡epa! 
El astuto milano negro hizo una de sus pasadas rasantes y se llevó un trozo de comida justo delante del buitre... ¡será posible!

Por si fuera poco, los leonados siguen llegando a la montaña... y el buitre negro es un animal solitario y discreto, al que no le gusta compartir. 

Apenas había empezado a comer cuando una silueta se acerca por detrás... es un leonado hambriento...

...pero el buitre negro no va a tolerar esta competencia. El leonado extiende las alas para tomar tierra, y el negro se gira, preparándose.

¡Woosh!
 El ataque del buitre negro es veloz, y el leonado apenas ha tenido tiempo de posarse cuando 280 cm de negra envergadura se lanzan a por él...

Las garras del negro vuelan hacia el leonado, que intenta esquivar el ataque...

...ahora el buitre negro intenta picarle, pero el leonado ha tenido tiempo para reaccionar y evitar el golpe

Con un último salto, el buitre negro hace retroceder a su contendiente... el leonado ha salido asustado pero a salvo.
Ahora por fin podrá comer en paz... ¿o no?

Nuevas formas comienzan a bajar a la cima... ¡más leonados!

Y uno en particular se lanza en solitario a por el negro... planea sobre el suelo...

...¡y lo embiste con todas sus fuerzas!

El buitre negro ha sido pillado desprevenido, y por un momento el leonado parece tener las de ganar...

Pero el buitre negro se incorpora y lanza de nuevo unos arañazos peligrosos a los leonados...

...¿hace falta decir quién salió victorioso, trotando en éxito hacia la carroña?

Apenas habían sido unos segundos en esa montaña del valle del Lozoya, pero la imagen se quedaría para siempre guardada en la memoria de mi retina... ¡y en la memoria de mi tarjeta!

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