09 septiembre 2015

Piña y plumas: ¡las aves del comedero de Botswana!

Está amaneciendo en los jardines de un pequeño hotel en Maun, Botswana. Atraídos a las orillas del río Thamalakane (un canal del Okavango), muchos pajarillos visitan el jardín. Y es que el hotel tiene colocados unos rudimentarios comederos en los que colocan pan y fruta para las aves residentes... ¡visitarlo no tiene precio!

El cielo se enciende de rosas y morados, y el rio se llena de sonidos y cantos mientras empieza a desenvolverse el drama diario del Okavango

La naturaleza invade todos los rincones: el gran francolín de pico rojo (Francolinus adspersus) pasea por la hierba... ¿bajo la lluvia? ¡eso parece! Pero en realidad era el riego automático del jardín, jejeje, aunque cuando veo la foto prefiero pensar que es un chaparrón tropical

Ha entrado ya la mañana, y hoy han tardado más de lo habitual en poner comida en los comederos... así que los pajarillos deambulan por los jardines. Tumbarse a ras de suelo es la mejor manera de fotografiar a las confiadas tórtolas ojirrojas (Streptopelia semitorquata)

Entre los arbustos se mueven toda clase de pajaritos, normalmente ocultos entre las hojas, como el tejedor enmascarado (Ploceus velatus)

De repente, algo capta la atención de la tórtola: ¡están poniendo comida en el comedero! Pero todavía no ha bajado ningún pájaro, y se miran con expectación - ¿quién será el primero en atreverse?


¿quién será? El tejedor dorado (Ploceus xanthops) evalúa la situación... parece que hay una tórtola a punto de lanzarse: ¿llegará a hacerlo?

¡Así es! Una tórtola reidora (Spilopelia senegalensis) alza el vuelo y baja al comedero, mientras el tejedor dorado vigila desde la rama...

No es la única tórtola en venir: la tórtola plañidera (Streptopelia decipiens) se llama así, "mourning dove", por sus quejumbrosos lamentos emitidos muchas veces de noche. Su otro nombre hace referencia al latín decipiens: ¡la tórtola engañosa! Y es que es tan parecida a las demás que es fácil confundirla (la podrás distinguir por su cabeza grisácea/azulada)

..."si ya han bajado las tórtolas, no habrá mucho peligro, ¿no? ¿por qué no yo también?"

¡Y allá que va el tejedor!
Para mí, estas aves en vuelo son más que unas simples fotos: ¡son un pequeño triunfo personal! Y es que estos pequeños pajarines vuelan tan rápido que es casi imposible pillarlos "a ojo". ¡Por suerte llevaba práctica de hacer intentos a los herrerillos de casa!

La noticia de que hay comida se extiende por el jardín como la pólvora... en seguida empiezan a aparecer los bulbules de ojo negro (Pycnonotus tricolor)

Pero en Botswana un problema habitual a la hora de hacer fotos de animales ¡es que se te ponga otro animal en el camino! Aquí ves a un tejedor, el red-billed buffalo weaver (Bubalornis niger) pidiéndole paso a la tórtola

Tanto alboroto ha llamado la atención de un extraño habitante de las altas copas de los árboles... ¡el turaco!

Y de repente, desde las ramas empieza a caer una lluvia de turacos grises (Corythaixoides concolor) hacia el comedero

¡Estos gigantescos parientes de los cucos habían traído a toda la familia, pollos incluidos! Se repartían los jugosos taquitos de piña monopolizando por completo el comedero

¡Aquí puedes ver lo confiados y enormes que son los turacos!

Pero la piña no se la iban a quedar toda ellos... el cálao de pico amarillo (Tockus leucomelas), del mismo tamaño, también se acerca a desayunar

Y su pariente el cálao gris (Tockus nasatus) aprovecha las migas de pan que quedan en la mesa. El colorido pico nos indica que es una hembra... y le quedan pocos días de "libertad", porque en seguida tendrá que ir al nido (un hueco en un árbol) a incubar los huevos. Y es que los cálaos tienen un sistema de cría muy peculiar: cuando la hembra entra al nido, se encierra por completo, sellando la entrada y dejando sólo un hueco por el que el macho le traerá la comida a ella y a los pollitos: ¡hasta que sean tan grandes que no quepan y lo deshaga para salir!


Ya se está acabando la fruta, pero la bandada de babblers de obispillo blanco llega justo a tiempo para llevarse un poco de comida... fue en este momento cuando yo salí del entorno del comedero para ir un momento a la habitación a cambiar la batería, y cuando volvía de nuevo...

...¡epaa! Me paré en seco y apunté lentamente con la cámara: justo a 3 metros estaba el petirrojo de ceja blanca (Cossypha heuglini), una de las más tímidas aves de la zona. Por suerte, la confianza que tienen las aves en Botswana (donde hace ya 2 años que se prohibió la caza) permite que puedas hacer fotos como ésta sin espantar al animal

Pero la verdadera sorpresa estaba por venir: llegué al comedero y naturalmente miré en las mesitas, pero solo quedaba un turaco comiendo. Sin darme cuenta de lo que tenía encima, me senté a hacerle algunos retratos. No se cuánto tiempo tardé en levantar la cabeza y ver que, en una rama a 5 metros estaba el pájaro que más ilusión me hacía fotografiar:

¡el barbet! Era un barbet acollarado (Lybius torquatus), un pájaro del tamaño de un estornino europeo, pero con una forma y colores como ningún otro animal

Y es que para mí es sin duda el más impresionante de los pájaros que habitan esta orilla del río Thamalakane. El pico tiene unas muescas a modo de dientes, y el plumaje es tan contrastado que parece pintado con plastidecores. Y resulta que los parientes más cercanos del barbet ¡no son otros que los tucanes! Tanto que se les incluye en la misma familia, Ramphastidae


Es de los más tímidos, pero ese día estaba colaborador: ¡de un salto, bajó al comedero y se posó a 3 metros de mí! Ya te puedes imaginar que yo estaba conteniendo la respiración, no me atrevía ni a quitar el ojo del visor y movía el objetivo para seguirlo con verdadero miedo de que lo espantase...


Pero para mi sorpresa, se acomodó y estuvo casi 2 minutos dándome un verdadero recital de poses, con distintas luces, distancias y fondos. Y, aunque puede que no sea el más "bonito" de los pajarillos, desde luego es de los más expresivos: en algunas fotos parece inquisitivo, en otras enfadado, en otras curioso... pero desde luego en ninguna te deja indiferente


Y con esta foto de carnet del simpático barbet, recogí los trastos y me dirigí a la entrada del hotel, donde estaba ya el coche listo para arrancar. Y es que esa mañana iba a comenzar nuestro safari propiamente dicho: íbamos a salir hacia la mítica reserva de Moremi, en pleno delta del Okavango...

...¡pero eso ya será objeto de la siguiente entrada! Continuará...

4 comentarios:

  1. ¡El barbet acollarado es todo un personaje! Enhorabuena por las fotos, son, como siempre, un deleite a la vista :) Un abrazo

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    1. ¡Y que lo digas! Me pregunto qué pensaría él al verme ahí sentado en el suelo mirándolo con los ojos como platos... "¡qué raros son estos humanos, se asombran por nada!"

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  2. ¡Como te lo montas Miguel! menuda envidia de viajes a Africa que te pegas. Y bien aprovechados, muy buenas fotos. Un abrazo

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    1. ¡Gracias! El último dia del viaje intenté esconderme detrás de unos árboles para quedarme allí y no tener que volver, pero nada, no hubo suerte,,, jejejeje ;)
      Abrazos!

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