Parecía mentira que solo hubieran pasado 2 noches desde que llegamos a Moremi: ¡habíamos visto tantas cosas! Pero por mucho que nos costó decir adiós a la reserva, tuvimos que ponernos en marcha en dirección norte para llegar a nuestro siguiente destino en el Delta: el Khwai River Conservancy:
En línea recta no hay muchos kilómetros desde la zona de Third Bridge (donde habíamos acampado) hasta North Gate, la puerta norte de salida de Moremi donde comienza Khwai... sin embargo, el bosque de mopanes es tan tupido que lleva casi todo el día recorrer esa distancia...
...¡pero créeme, no se hace para nada largo! Y es que durante todas las horas de recorrido, estás completamente inmerso en la zona más salvaje de Botswana: la pista de tierra es el único signo de "civilización", y sabes que ese bosque infinito que se extiende a ambos lados tiene que albergar incontables secretos. ¡Un lugar sobrecogedor!
Después de todo un día conduciendo entre los densos bosques de la llamada "Mopane Tongue", el paisaje se abre según nos acercamos de nuevo al agua: con los últimos rayos de luz llegamos al río Khwai, uno de los muchos caudales que se forman a partir del Okavango
Y cuál fue mi sorpresa cuando, mientras hacíamos el papeleo en la puerta del parque, descubrí un pequeño grupo de drongos de cola ahorquillada (Dicrurus adsimillis) que se estaban posando en el propio puente que atravesaba el río. La luz naranja de los atardeceres africanos es una delicia para fotografiar cualquier animal, y aquí generaba unos reflejos metálicos en el plumaje negro azabache del drongo
Pero según me acercaba, se fueron moviendo al otro lado del puente, de manera que quedaban con el sol detrás... ahora, su plumaje se perfilaba con la luz y los pequeños insectos voladores, tan abundantes en los ríos africanos al atardecer, aparecían como mágicos puntitos dorados
Me recoloqué para poder tener al drongo perfilado con el cauce del río detrás: menos mal que (al igual que el 99% de los animales de la sabana) se mostraban tremendamente confiados hacia los fotógrafos
Y es que los drongos saben que aquí los humanos no son ningún peligro: son aves increíblemente inteligentes, tanto que en el Kalahari han aprendido una nueva forma de conseguir insectos gratis. Normalmente, los drongos son fieles centinelas de los suricatas: cuando se acerca algún depredador, el drongo da la alarma y los suricatas huyen a esconderse. Sin embargo, cuando el astuto drongo está muy hambriento, espera a que algún suricata haya capturado un rico insecto y, para hacerle soltarlo, da una falsa alarma: "¡Cuidado, un águila!" Los suricatas no se lo piensan dos veces y huyen, dejando atrás su desayuno para el drongo...
...pero al cabo de unos cuantos engaños, los suricatas se aprenden el truco. Oír a un drongo gritar "¡Águila!" ya no les hace huir. Sin embargo, de repente oyen a otro suricata chillar"¡Cuidado, águila!", y eso sí que se lo toman en serio, dejando atrás la comida... para descubrir que efectivamente no había águila ninguna: ¡era el drongo imitando la voz de alarma de los suricatas!
¡Los drongos han aprendido a imitar la voz de alarma de 51 especies diferentes de animales para poder "engañar" a sus distintas víctimas!
¡Todo un prodigio de la naturaleza! Y además, cuando posan tan convenientemente en paisajes tan idílicos como éste, son el modelo perfecto para fotografiar
Y para cuando nos quisimos dar cuenta, ya había caído la noche en el río Khwai y la sabana... pero en África, que se esconda el Sol no significa que se termine la diversión: ¡muchos animales comienzan ahora su día!
Pero eso será ya objeto de la próxima entrada... ¡y es que, desde el minuto 0, nuestra visita a Khwai fue un no parar de avistamientos!