Garganta blanca para bucear bajo espumeantes cascadas blancas... Alas oscuras para volar bajo corrientes oscuras... ¡y una mente rápida y cristalina para sobrevivir en el río de aguas rápidas y cristalinas!
Es, por supuesto, el mirlo acuático (Cinclus cinclus), la adaptación y especialización hechas ave. Un destello de blanco que ocupa un nicho ecológico exclusivo en los ríos europeos
* * *
Siempre me ha fascinado el mirlo acuático, pero no es un animal fácil de fotografiar - para empezar, uno tiene que encontrar un río de aguas limpias sin contaminar, que permita vivir al mirlo y a los diminutos insectos subacuáticos que come. No es tarea fácil en un país donde las tropelías ambientales salen gratis y se esquilma sistemáticamente la biodiversidad fluvial. De hecho, el primer río donde estuve siguiendo los mirlos este verano (el Arlanza, en Burgos) tenía una repulsiva contaminación grisácea apenas unos metros río arriba del territorio de los mirlos.
Pero en este tramo el agua fluye tranquila, y entre las "bandadas" de cientos de zapateros, un precioso mirlo recorre su enorme territorio en la sombra que proyectan los álamos al mediodía.
Pero una vez encontrado un territorio de mirlo, los problemas para fotografiarlo apenas han empezado. Cada individuo es un mundo - ¡y éstos eran de la peor cepa! Desconfiados e imprevisibles: todos los días los veía recorrer el río volando de un lado a otro pero no había forma de encontrar sus zonas de querencia....
¡Así que tocaba tirar de red de camuflaje y escondites ad-hoc de rocas y echarle paciencia! Por suerte en el río nunca estás solo... los caballos locales, lavanderas e incluso el martín pescador son vecinos del mirlo, y conviven en armonía, aprovechando cada uno un "nivel" distinto del río.
*
Pero una mañana, cuando ya llevaba varias horas con mi red de camuflaje y daba la sesión por perdida, mi suerte iba a cambiar...
Era esa extraña hora en la que el sol ya está lo suficientemente alto para generar profundas sombras misteriosas pero la luz incide baja todavía, convirtiendo cada forma del bosque -como este escarabajo rinoceronte- en un destello brillante en la oscuridad
Y desde la pequeña catarata que sonaba apenas 100 metros río abajo,una forma marrón volaba rasa hacia mí.
Va a pasar de largo, no te hagas ilusiones vaapasardelarg...¡Bam! Un instante después el mirlo estaba posado a 20 metros en el centro del río. ¡Qué maravilla, qué brillo blanco en la oscuridad!
Yo no me atrevía a moverme ni un milímetro bajo mi red de camuflaje, pero el mirlo ni se inmutaba por mi obturador... un pequeño vuelo a las rocas de la orilla y se colocó en un foco natural de luz para secar a tope el plumaje - el aceite con el que cubren sus plumas es especialmente aislante y es increíble verlos salir de una zambullida completamente secos, ¡pero a la larga nada como un buen secado tradicional!
La media hora de puesta a punto del plumaje a 20 metros que me regaló ese mirlo fue inolvidable, pero el Arlanza no es el único río donde busqué al buceador alado...
La cordillera cantábrica es uno de los pocos lugares donde quedan rincones de naturaleza ibérica casi virgen. La primera luz del amanecer perfila los musgos y líquenes del bosque salvaje de la Marta, que observa valle abajo desde el viejo tronco seco...
...valle abajo, ¡donde fluye el transparente río Somiedo! Aquí también viven varias familias de mirlos, y las aguas rápidas y frías son muy distintas de los cauces anchos y abiertos del sur.
En las mismas piedras en las que se posa el mirlo encontraba señales de que por aquí se mueven cosas grandes... y de repente... CLACK, CRASH! Piedras cayendo al río desde la ladera - ¡alguien está bajando! Me escondí tras unas rocas y un segundo después...
¡Dos rebecos! Una madre y su cría del año... ¡sshhh! ¡No debo disparar o buscarán el sonido de la cámara y huirán al descubrirme! Ahh, pero a quién quiero engañar, ¡teniéndolos tan cerca no pude contenerme y empecé a disparar como loco!
Y por supuesto me oyeron y me miraron, y por supuesto me vieron, a apenas 20 metros.
Pero en contra lo que yo esperaba, lejos de espantarse, siguieron bebiendo tranquilamente. ¡Tal vez la fauna no sea tan "temerosa por naturaleza" como nos venden! Saciada la sed, la madre levantó la cabeza, goteando en la difusa luz que llegaba al fondo del valle, y ambos comenzaron a subir la pendiente a su escarpado hogar
Y en el último amanecer, en una de las muchas esperas que hicimos en ese hermoso río, este espectacular mirlo se posó a apenas 5 metros del hide de mi amigo César: ¡la mejor despedida a unos días magníficos en Somiedo!
Pero a veces lo mejor es lo que más cerca de casa está, y si el de Somiedo era el bosque de la marta, en los valles de la Sierra de Guadarrama está el bosque del arrendajo...
Porque aquí los arrendajos (Garrulus glandarius) han desplazado a urracas, rabilargos y cornejas y son el córvido dominante...
Sus paneles azules son un farol turquesa en la infinitud de verdes y marrones del bosque cuando el arrendajo baja al río...
...donde vuelan más brillos azules y verdes. El esmeralda del cuerpo del caballito del diablo Caryopteryx virgo es un resplandor fugaz, incontables batidos de 4 alas en un parpadeo azul, el movimiento más rápido en el río... ¡para mantener la inmovilidad del cernido en el aire!
Pero hasta el prodigioso caballito debe apartarse de sus rocas favoritas cuando aterriza el arrendajo.
Las nubes están empezando a cubrir parches de río y el agua refleja focos de luces y sombras... pero uno de los destellos es demasiado blanco...
...¡por supuesto! Unos metros río arriba del arrendajo, el mirlo posa majestuoso en el último rayo de sol antes de que las nubes cubran el cielo, una pequeña pero imponente estatua de plumas y aceite impermeable
Pero no hay sólo uno... en la pequeña cascada, otro mirlo aparece entre las olas...
Aaahh, las alas serán pequeñas pero cada músculo debe estar a punto. No volarán grandes distancias en el aire, pero esas alas deberán propulsarle en un medio más resistente aún - las turbulentas aguas del río.
Se lanza al agua y comienza su búsqueda de comida subacuática... y es aquí cuando empiezan a salir a relucir sus complejas adaptaciones: ¿sabías que el mirlo no tiene los huesos huecos característicos de las demás aves? Así consigue no flotar y nadar con precisión - eso le da su característica línea de flotación a la altura de los hombros, tan distinta de la de los patos.
Waash!! La nitidez del mundo superficial desaparece, y la fría corriente inunda los sentidos, una ola de desconexión y desorientada ceguera... ¿?
No para el mirlo. Unos músculos oculares especializados le permiten corregir las distorsiones del agua y poder buscar las ricas larvas entre las rocas.
Y es en este momento cuando el mirlo
es mirlo, cuando es mucho más que un pequeño paseriforme y se convierte en una prolongación del río, la hidrodinámica perfecta de milenios de evolución puesta al servicio de una mente que vive en tres verdaderas dimensiones
Y después de que la corriente haya sumergido cada una de sus plumas, el mirlo sube de nuevo a la superficie... ¡y parece más reluciente que nunca!
* * *