Éste es el recorrido que hicimos: salimos del Chobe Marina Lodge (que es donde está el embarcadero) y entramos en el parque natural desde el norte, donde pone "Chobe Boat Gate". Seguimos bajando hasta el sur, hasta dar la vuelta donde se acaba la isla de Sedudu y volvimos a subir por la frontera con Namibia: ¡apenas tres horas, pero vaya tres horas!
Una de las pocas barcas con las que nos cruzamos en el recorrido: por suerte en la nuestra íbamos bastante menos apretados, pero seguro que disfrutaron de lo lindo (con ese sitio...)
El espectacular paisaje de las orillas del Chobe... visitar África es una experiencia fantástica que todo el mundo debería vivir al menos una vez en la vida (¡aunque cuando vas, no puedes esperar a volver!)
¡A veces parecía que estábamos navegando por un mar!
Nada más empezar se nos puso a tiro la primera maravilla: un anhinga africano (Anhinga rufa) descansaba en la orilla
Este extraño animal pesca ensartando a los peces con su larguísimo pico, de ahí su nombre en inglés, "darter", ya que parece lanzarse como un dardo. Aunque más comúnmente se le conoce como "Snakebird" o "ave serpiente", ya que nada manteniendo solo la cabeza y el cuello fuera: ¡parece una serpiente en el agua!
La de fotos que le hicimos... estaría a unos 3 metros y ni se inmutó cuando paramos
Y al poco encontramos esta garza tranquilamente descansando en la orilla
¡Que resultó ser un joven de martinete (Nycticorax nycticorax)! Desde luego las condiciones eran ideales: luz, distancia, fondo: qué contento estaba
Y lo mejor de todo es que además había un precioso adulto: casi nunca había visto martinetes aquí en España, y menos a esa distancia. Fue toda una alegría para mí poder disfrutarlo a tan cerca
El andarríos chico (Actitis hypoleucos) también está presente en el Chobe: al igual que el martinete, mucho más confiado que los de España
En el mismo árbol del martinete estaba este cormorán de carrizal (Microcarbo africanus)... Fíjate en sus curiosas patas palmeadas: visto cómo tenía de guano el posdaero, debería ser un buen punto para pescar
Aquí ves todo la bandada de pajarillos: de izquierda a derecha: picabueyes, jacana adulta, pollo de jacana y avefría armada: ¡todo en un encuadre!
En uno los tronquitos secos semisumergidos del río nos esperaba ésta preciosidad
La lavandera africana (Motacilla aguimp) correteaba arriba y abajo en busca de insectos: ¡no es que esté cantando, es que hacía tanto calor que estaba todo el rato jadeando!
Ya iba cayendo la tarde, y la luz dorada iluminaba a esta pareja de gansos del Nilo (Alopochen aegyptiacus). Con el plumaje despeluchado del de la izquierda y las onditas del río, la escena era de lo más bonita
Curiosamente, a esa hora empezamos a ver la mayor cantidad de garzas y cigüeñas... esta garcilla cangrejera (Ardeola ralloides) posaba de lujo para la foto: tristemente, en España esta especie está muy amenazada
Esta otra garceta es la negra (Egretta ardesiaca), la que abre las alas en forma de paraguas para pescar y que tiene la cresta tan alucinante. ¡Lástima que no quisiera enseñarnos ninguna de esas cualidades!
Los tántalos africanos (Mycteria ibis) también salían a dar una vuelta por Sedudu a esa hora de la tarde: la luz era la mejor, con ese tono anaranjado tan típico de Botswana (debido entre otras cosas al polvo en suspensión del Kalahari)
Aunque para garza, ésta, la goliat (Ardea goliath). La goliat es la garza más grande del mundo, llegando a medir 1,4 metros. ¡Desde luego verla impresionaba un montón!
Y para terminar, unas de mis fotos favoritas del paseo en barca: un pigargo vocinglero (Haliaeetus vocifer) en busca de su pez de la cena. ¡Menudas garras!
La abundancia de aves era bestial: no hubo ni un segundo (literalmente) en el que no estuviéramos viendo alguna en algún lado
¡Y muchas de esas aves eran totalmente desconocidas para mí! No sabía que existiera la avefría palustre (Vanellus crassirostris) hasta que vimos ésta
Otras como las jacanas (Actophilornis africanus) ya eran viejas conocidas. Fíjate en los desproporcionados dedos de las patas para caminar sobre el agua
Los anhingas seguían posándose a los lados del río para secar sus plumas. Como son tan buceadores, las plumas no tienen el aceite que las hace impermeables, presente en la mayoría de aves. A cambio consiguen menor flotabilidad y por eso más agilidad... ¡pero tienen que pasar un buen rato hasta que se secan!
¡Éste ya se había secado y estaba listo para volar!
Los hipopótamos eran como comederos portátiles... Cada uno llevaba toda una comitiva de pajarillos: éstos que se dan un festín son los picabueyes piquirrojos (Buphagus erythrorynchus)Aquí ves todo la bandada de pajarillos: de izquierda a derecha: picabueyes, jacana adulta, pollo de jacana y avefría armada: ¡todo en un encuadre!
En uno los tronquitos secos semisumergidos del río nos esperaba ésta preciosidad
La lavandera africana (Motacilla aguimp) correteaba arriba y abajo en busca de insectos: ¡no es que esté cantando, es que hacía tanto calor que estaba todo el rato jadeando!
Ya iba cayendo la tarde, y la luz dorada iluminaba a esta pareja de gansos del Nilo (Alopochen aegyptiacus). Con el plumaje despeluchado del de la izquierda y las onditas del río, la escena era de lo más bonita
Curiosamente, a esa hora empezamos a ver la mayor cantidad de garzas y cigüeñas... esta garcilla cangrejera (Ardeola ralloides) posaba de lujo para la foto: tristemente, en España esta especie está muy amenazada
Esta otra garceta es la negra (Egretta ardesiaca), la que abre las alas en forma de paraguas para pescar y que tiene la cresta tan alucinante. ¡Lástima que no quisiera enseñarnos ninguna de esas cualidades!
Los tántalos africanos (Mycteria ibis) también salían a dar una vuelta por Sedudu a esa hora de la tarde: la luz era la mejor, con ese tono anaranjado tan típico de Botswana (debido entre otras cosas al polvo en suspensión del Kalahari)
Aunque para garza, ésta, la goliat (Ardea goliath). La goliat es la garza más grande del mundo, llegando a medir 1,4 metros. ¡Desde luego verla impresionaba un montón!
Y para terminar, unas de mis fotos favoritas del paseo en barca: un pigargo vocinglero (Haliaeetus vocifer) en busca de su pez de la cena. ¡Menudas garras!
Estaba en la orilla del río, y según nos acercamos se subió a este tronquito... En el reencuadre puedes ver esas uñas que quitan el hipo y que tantos peces habrán pescado
El conductor de la barca nos preguntó si quería que nos acercásemos para verla más de cerca... Vaya preguntas, jejeje. ¿Cómo no? Estuvimos un rato a unos 5 metros del pigargo mientras descansaba en la ramita. ¡Tener a semejante belleza a tan poca distancia y actuando naturalmente es algo que nunca olvidaré!
Y así, con "la voz de África" (como algunos lo llaman) en la orilla del Chobe a la puesta del sol, acababa nuestro espectacular crucero por el río
Pero esto no es ni mucho menos todo lo que vimos en esas tres horitas... me he reservado dos grandes estrellas pajariles para la siguiente entrada, jejeje... ¡Continuará!
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