Ese es básicamente el razonamiento que seguí cuando llegó esta semana santa, en la cual he tenido la suerte de ver un montón de bichos y descubrir sitios nuevos en los que no había estado. Algunos animales eran viejos conocidos (como el martín pescador) pero muchos otros eran nuevos para mí (como el bigotudo o la malvasía). Aquí van algunas de las muchísimas (miles) fotos que hice:
Nada más empezar las vacaciones había quedado con mi buen amigo Roberto Mayo, íbamos a hacer una excursión al estanque de la Casa de Campo, ¡y no decepcionó!
Era una mañana radiante, y nada más salir del Metro nos encontramos con una bandada de verdecillos (Serinus serinus) que cantaban a primera hora del día
También nos cruzamos con muchas cotorras argentinas (Myiopsitta monachus)... son muy comunes, y por eso nunca les haces una foto: siempre piensas "Bueno, ya haré a la siguiente", y siempre acabas yéndote sin ninguna
Todavía era temprano cuando llegamos al estanque, y allí nos encontramos con uno de los más interesantes vecinos de esa zona: un bonito mochuelo (Athene noctua) que no esperaba encontrarnos allí: ese día no había nadie y el pobre se fue volando a otro árbol más tranquilo para seguir durmiendo
Pasamos toda la mañana en el estanque (unas 4 horas) y en todo momento estuvimos viendo cosas: yo me temía que justo ese día el martín pescador (Alcedo atthis) decidiera no aparecer y que Roberto se quedara sin verlo... ¡nada más lejos de la verdad! Nos dimos banquete de verlo, la hembra fue sin duda la más colaboradora
Se posaba en su palito preferido, controlando todo lo que había a su alrededor y preparándose para su certera zambullida... este es el momento que aprovechábamos para disparar a discreción, hay que decir que estas fotos están hechas sin camuflaje ni hide ni nada, está tan acostumbrada a ver gente que como nos vio quietos, no le importó nuestra presencia
Y cuando menos lo esperas... ¡Zas! Se tira a toda velocidad al agua, para sacar un pececillo que luego llevará a otra parte del arroyo... ¡observándolos nos dimos cuenta de que tienen un porcentaje muy alto de aciertos!
Y cuando volvíamos después de una genial mañana, descubrimos esta ardilla roja (Sciurus vulgaris) en un pinar cercano...
-¡Ñam ñam!- Resulta que se estaba comiendo esta rica piña, ¡la primera vez que veo una en pleno proceso de abrirla! Qué mejor final para la mañana
Sin duda una mañana estupenda (podéis ver aquí las fotos que hizo Roberto de ese día), pero al día siguiente tenía un objetivo igual de interesante: ¡la famosa Mancha Húmeda! Es un conjunto de lagunas cerca de Ciudad Real, en una zona de grandes campos de cultivo. Iba con mi gran amigo Rafa, mi primera visita a este sitio tan conocido por sus aves. ¡Desde luego mereció la pena!
Nada más llegar, el primer avistamiento: ¡un críalo (Clamator glandarius)! El críalo es un tipo de cuco precioso, con una bonita cresta y al cual nunca antes había visto... esta pareja que vimos revoloteando de arbusto en arbusto señalaba un buen comienzo del día
Los flamencos (Phoenicopterus roseus) se contaban por centenares en las lagunas... de vez en cuando aparecía un ciclista que los espantaba: ¡ideal para pillarlos en despegue!
En un carrizal cercano esperaba la siguiente mega-sorpresa: ¡un bando de bigotudos (Panurus biarmicus)! Primera vez que veía lo que para mí era un mito de las guías de aves
Estábamos boquiabiertos, era una bandada enorme que volaba a nuestro alrededor, estuvimos cosa de una media hora y en todo momento andaban por ahí. Me quedé con las ganas de pillar a un macho en condiciones...
...¡pero esta hembra se resarció! Salió de la selva de carrizo para posarse en este fotogénico palito (¡que además hace juego con su plumaje!) y me permitió entarjetarla con un bonito fondo verde: mi dia de suerte, sin duda
La espectacular lavandera boyera (Motacilla flava), también nueva para mí, posó a plena luz en este tronquito descubierto
Al atardecer fuimos a otra laguna que estaba llena de malvasías cabeciblancas (Oxyura leucocephala), estas lagunas con malvasías son excepcionales, pues es un ave que está en crítico peligro de extinción (aunque se recupera lentamente). Aquí puedes ver a un macho ya en su plumaje de primavera con el pico azul profundo y la cola levantada.
Después de esa gran aventura pasé unos cuantos días en la sierra de Madrid, en Bustarviejo, donde también había llegado la primavera
Como bien demostraba este petirrojo (Erithacus rubecula) que se desgañitaba en un robledal
¡y tenía una confianza inédita! Estaba tan ocupado en sus canciones primaverales que me permitió estar a apenas 3 metros
Las currucas carrasqueñas (Sylvia cantillans) estaban en pleno paso migratorio: ¡el campo estaba lleno de currucas! Todos los años veo alguna que otra, pero siempre durante un microsegundo, antes de que se vuelvan a los arbustos...
...pues bien, ¡este año fue la excepción! Esta curruca en particular salió dos veces de su arbusto, lo justo para cantar y meterse de nuevo: sin embargo me dio tiempo para soltarle una ráfaga durante esos segundos, ¡no me lo podía creer!
Y lo mejor es que la luz también estaba de mi parte, con unos tonos amarillentos del atardecer, ideal para poder ver bien todos los detallitos de la curruca (el anillo rojizo del ojo, la banda blanca de la bigotera, etc)
¡Empieza a estirar las alas y las patitas! No me lo podía creer, y yo que creía que el escribano igual desconfiaba un poco de mí... estaba tan tranquilo que se puso a poner a punto su plumaje
Yo estaba que no me lo creía... la luz del amanecer, el bosque desenfocado como fondo, la roca con líquenes y musguito, el ala completamente extendida... parece que el pajarín me hubiera leído el pensamiento y supiera justo lo que quería para la foto, ¡mi encuentro preferido de todas las vacaciones! Pero más aun que la foto lo más impresionante fue disfrutar de su presencia y comportamiento natural
Supongo que este visitante veraniego estaría de paso en su migración hacia el norte, aunque yo espero que haya decidido asentarse a criar... ¡desde luego lo buscaré!
Valle abajo se encontraba esta abubilla (Upupa epops) que estuvo descansando en este árbol durante un buen rato
Los roqueros solitarios (Monticola solitarius) del barranco de Patones han decidido reutilizar un año más el nido que ya usaron el año pasado... ¡sin duda debe ser un buen sitio, porque tuvo que espantar a un colirrojo que casi se le cuela dentro! Aquí le ves en plena búsqueda de bichitos para comer
Cerca de allí encontramos a este acalorado papamoscas cerrojillo (Ficedula hypoleuca) que se refrescaba en un arroyito. ¡Menudo chapuzón se pegó!
Pero lo más impresionante en confianza fue el caso de este escribano montesino (Emberiza cia) que encontramos cantando en una roca de media montaña sobre el pinar
Me fui acercando por detrás de una gran roca, y allí seguía cantando tan tranquilo... ¡cuando aparecí de detrás de la roca estaba justo allí, a unos tres metros! "Clac, clac, clac"... "¡llevo ya tres fotos, qué bonito es!" Entonces se gira, se me queda mirando y justo cuando pienso que va a alejarse...
Yo estaba que no me lo creía... la luz del amanecer, el bosque desenfocado como fondo, la roca con líquenes y musguito, el ala completamente extendida... parece que el pajarín me hubiera leído el pensamiento y supiera justo lo que quería para la foto, ¡mi encuentro preferido de todas las vacaciones! Pero más aun que la foto lo más impresionante fue disfrutar de su presencia y comportamiento natural
A escasos metros del escribano encontramos a esta belleza que jamás había visto: ¡el colirrojo real (Phoenicuros phoenicuros)!
Valle abajo se encontraba esta abubilla (Upupa epops) que estuvo descansando en este árbol durante un buen rato
Los roqueros solitarios (Monticola solitarius) del barranco de Patones han decidido reutilizar un año más el nido que ya usaron el año pasado... ¡sin duda debe ser un buen sitio, porque tuvo que espantar a un colirrojo que casi se le cuela dentro! Aquí le ves en plena búsqueda de bichitos para comer
Cerca de allí encontramos a este acalorado papamoscas cerrojillo (Ficedula hypoleuca) que se refrescaba en un arroyito. ¡Menudo chapuzón se pegó!
Ya se iba acercando el final de las vacaciones y fui de visita a la Rioja, ¡donde apenas un par de noches dieron mucho de sí!
Aquí el tenor local era este diminuto chochín (Troglodytes troglodytes), habitante de un pequeño rincón de bosque a las orillas del Najerilla...
¡Que no tolerará ningún intruso! Y está dispuesto a dejarse las cuerdas vocales por ello, como pude comprobar un amanecer
¡Y más le vale cantar! Porque tiene competencia: este otro pequeñín vive apenas 100 metros río arriba
Y también es un cantor de lo más efectivo... cuando se posó en este tocón a unos 4 metros para cantar no me lo podía creer, las condiciones eran ideales para fotografiarlo y no digamos para escucharlo
Y justo al lado del chochín había un pedregal en la orilla con un montón de lavanderas blancas (Motacilla alba)... con mi red de camuflaje casera me puse a probar suerte durante un par de horillas: ya te lo puedes imaginar, ¡no se acercó ni una! Debían estar río abajo, y justo cuando estaba recogiendo las cosas les dió por aparecer... vaya cosas, jejeje
Cuando vino yo ya estaba sin el camuflaje... pensé que por eso se volaría, pero nada más lejos de la verdad: ¡se acercó hacia mí!
Y durante una hora o así estuve dándome banquete de lavanderas, ¡hay que ver lo inquietas que son!
Vaya privilegio poder ver estos animales tan bonitos (e impredecibles) desde tan cerca
También en la zona, en los bosques de Ezcaray, según íbamos dando un paseo vi que había unos pajarillos en la sombra, miré con los prismáticos y dije "a ver qué son est...¡CAMACHUELOS!". Estaba de lo más nervioso, era la primera vez que veía a estos preciosos fringílidos
Los camachuelos (Phyrrula phyrrula) son todo un mito del bosque caducifolio, un bicho espectacular y muy difícil de fotografiar... fue un encuentro muy breve pero memorable
Y allí se quedó la pareja de camachuelos... ¡hasta la próxima!
Ya de vuelta en Madrid, tocaba despedir las vacaciones de la mejor manera, igual que las empecé: ¡haciendo una salida a la Casa de Campo!
¡Bueno, ya has visto la gran cantidad de cosas que se pueden ver en una semana de vacaciones! Entre estas y otras muchas cosas más que vimos y no pude poner aquí, puedo decir que ha sido una semana inolvidable y... ¡que esperemos que se repita pronto!
Los fresnos han echado hojas en cuestión de días, lo que viene genial a los mochuelos para camuflarse
¡Para mi sorpresa, los trepadores azules (Sitta europaea) han decidido quedarse a criar! Tanto que el otro día vi al macho dando cebas a la hembra: la nidada debe estar a punto de comenzar
Por supuesto no podía faltar mi amiga la martina, que en esa mañana nublada me permitió hacer fotos distintas a las de otras veces
Aquí puedes apreciar el gran contraste de colores entre la martina y las hojas verde profundo que hay atrás
Y para terminar la entrada, esta secuencia de las distintas fases de comerse un pececillo... primero vuelve con él al posadero, le da unas sacudidas para dejarlo KO y al final -¡Glub!- se lo traga enterito. ¡Ahora a pescar el siguiente!
Preciosas fotografías
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