La mañana estaba ya bastante avanzada y por eso los rabilargos (Cyanopica cyanus cooki) apenas tenían hambre de haber comido todo el día
Pero no pienses que por ser un comedero las aves sólo se alimentan de esa comida: como cazadores innatos que son, siempre están cogiendo algún bichito para cambiar el sabor: los rabilargos, al igual que todas las aves, tienen también gustos para los alimentos: ¡y no debe haber nada más rico que un buen saltamontes!
Este hide era muy grande, algo más que el del primillar, y me estaba moviendo todo el rato para tener otros ángulos. Los posaderos con líquen y el fondo de la dehesa permiten hacer fotos muy bonitas
¡ Y como el bebedero está casi pegado del hide, también se pueden hacer primerísimos primeros planos!
A veces, cuando vas a un hide sólo piensas en hacer imágenes del animal con el máximo zoom... pero como están tan cerca, si quitas zoom puedes obtener fotos en las que se ve al ave en primer plano y el ambiente de fondo: aquí ves al rabilargo con la dehesa mediterránea en la que vive
Son de las aves más inteligentes de Europa, como buenos córvidos que son, y un ejemplo es que en algunas poblaciones que eran especialmente afectadas por parasitismos de cucos en el nido, aprendieron a identificar los huevos de los intrusos para echarlos del nido cuando había ido el cuco a ponerlos
Y de hecho, cuando ven a otro córvido se vuelven locos... esta urraca apareció para intentar beber y menudo viaje le metieron, las continuas pasadas y gritos que le daban hicieron que se tuviera que ir por donde vino
Otro de sus posaderos, con un fondo más verde, en la entrada al bebedero: ¡no me extraña que tuvieran sed con el calor que hacía fuera! Menos mal que en el interior del hide se estaba la mar de bien, jejeje
Y para despedir la breve sesión de hide nos visitó una pareja de alcaudones comunes (Lanius senator), que no se posaron muy cerca y sólo pude pillar por los pelos: desde luego que la densidad de animales es enorme, y seguro que cada vez más y más especies irán descubriendo el sitio
Como ya era la hora de comer, el siguiente destino iba a ser el hide-observatorio de la laguna de El Bercial. Es sin duda el mejor observatorio en el que he estado, pues tiene casi 70 m2 de superficie y desde él pudimos ver multitud de aves acuáticas con el telescopio. Entre ellas, un nido de somormujos con los somormujos chapoteando alrededor, los vuelos del aguilucho lagunero, mi primera garza imperial (pescando, menudo show) y hasta una garcilla cangrejera. Entre tanto bicho, el momento extraño del día vino cuando estábamos hablando de las golondrinas dáuricas y...
-Flop flop flop- Uy, ¿qué es eso que aletea? ¡Si suena dentro del observatorio!
Y a nuestros pies vemos... ¡una golondrina dáurica (Hirundo daurica)! No me lo podía creer, menuda coincidencia: debía haberse colado por una de las ventanitas de observación que habíamos abierto, pero en cuanto me tumbé para hacerle alguna foto decente (no me llegó a dar tiempo), echó a volar y a buscar la salida: rápidamente le abrí la puerta para que saliera y allí que se fue, menudo alivio que volviera a volar libre... ¡y menuda sorpresa nos llevamos!
Y ya pasada la comida, mientras veíamos la garza imperial pescando, vino a visitar la laguna una de las grandes especialidades de El Bercial, el elanio azul (Elanus caeruleus), un juvenil que estuvo unos minutos tranquilamente posado en un pequeño chopo
Y aquí puedes ver a este bicho tan chulo en movimiento, el momento en que despegó para volar a otro lado, ¡la verdad es que es un animal que visto de cerca impresiona!
Y para terminar la tarde, llegó el momento que de verdad nos había traído a El Bercial: ¡la visita al hide de los abejarucos! Como ya sabéis, los abejarucos son mi debilidad particular, pero nunca había podido disfrutarlos en condiciones desde un hide, solamente encuentros puntuales... ¡vaya ganas les tenía! Por desgracia, justo esa tarde tuvieron el día tontorrón y nada, que no se posaban: ¡hay que recordar que son animales salvajes y son impredecibles! Un hide no es un zoo, y cuando ya quedaban pocos minutos de luz, se posó uno a unos 3 metros, me quedé inmóvil y tuve tiempo de sacarle dos fotos antes de que volara...
... fue lo justo como para no irme de vacío, aunque ya tengo excusa para volver, jejeje. Pero sin duda esos segundos de tener a un abejaruco (Merops apiaster) tan cerca y poder disfrutar esos colores fueron inolvidables. ¡Es que son preciosos!
Y ya de noche tocaba volver para Madrid, pero había sido un día tremendo que espero repetir cuanto antes y una conclusión quedó clara: ¡hay que volver!
Enhorabuena Miguel por la calidad de las fotos y la suerte de la dáurica y el elanio. Ya he visto que tienes más que fichados los martines. Buen campeo, Blas
ResponderEliminarGracias, me alegro de que te guste... ya vi tu canal de youtube, fantástico! Vaya vídeos más buenos, el recopilatorio de los martines es genial. Tendrás que incluir también el que vimos esta mañana estirando las plumas, jejeje vaya avistamiento...
EliminarUn saludo,
Miguel