Y el mejor lugar para encontrar a este mítico animal es éste: el delta del Okavango en el norte de Botswana. Mmmm, si yo fuera una carraca, estaría encantado de vivir aquí, con todos esos árboles para vigilar el territorio y un montón de presas: ¡es el lugar perfecto!
Y viendo éstos colores: ¿quién no la habría nombrado ave nacional? La carraca es como un farol turquesa encima de cada árbol de la sabana
La verdad, las carracas lo ponen fácil para verlas: no sólo por sus colores (obviamente) ¡sino porque son de las aves más abundantes que hay! Aquí en España, ver una carraca europea es muchísimo más difícil, pero allí se veían por docenas
Pero dentro de su abundancia, este safari es que fue una exageración: había tantas que terminaron siendo el chiste del viaje... -¡mira, otra carraca!- decíamos -¿Otra? ¡No creo! Ah pues sí, otra más... ¡hala, y otra!- Al principio del viaje las llamábamos por su nombre, "mira, una carraca de pecho lila", luego era "mira, una carraca" y al final ya con las iniciales "mira, una CPL" ¡Llegué a hacer el cálculo de que habríamos visto más de 100 en los 10 días! Pero cada una que veíamos tenía una emoción especial
Cada encuentro era único. Sin ir más lejos, la hora del día hacía que cambiaran radicalmente. Aquí ves a una posada en un termitero de Moremi cuando empieza a despuntar el sol. Estaba más hinchada y sus colores más apagados...
...¡y aquí otra en Savuti con una luz de atardecer que hace que brille en fosforito! Ese turquesa, ese verde, ese lila... parece un animal de fantasía
Pero la verdadera belleza de la carraca se revela cuando emprende el vuelo... una mancha azul brillante que sobrevuela la sabana es todo lo que se suele ver, pero cuando consigues congelar ese vuelo, aparecen tonos y gamas de color increíbles
Pillar a las carracas en vuelo fue toda una odisea, ¡siempre despegan justo cuando dejas de mirar!
¡Ñam ñam, esta libélula seguro que le supo deliciosa! Su bello aspecto no significa que no sean cazadoras implacables, pueden llegar a capturar hasta ratones
Pero todos nuestros avistamientos iban a palidecer en comparación con éste.
Era media mañana en Khwai, y en la orilla del río un tocón de árbol muerto en el borde de la pista servía de posadero a una carraca. Le hicimos unas cuantas fotos y continuamos por la pista, lo cual nos acercaba a la carraca...
-¡Vaya, todavía no se vuela!- pensábamos. Ahora estábamos más cerca y los fondos iban variando según nos acercábamos. El posadero era muy bajo, apenas metro y medio sobre el suelo, así que no tardaría en volar. ¿Tal vez nos aguante un poco más?
-¡Wow! ¡Estamos ya a 6 metros y aquí sigue, posando!- pensé. Qué maravilla, poder ver a semejante animal a esta distancia
Lo espectacular del momento no era sólo ver la carraca en sí, sino el hecho de que estuviera completamente libre, en este paraíso que es su hogar. Por eso puse el zoom al mínimo para que detrás de la carraca se viera todo el paraje
Pensamos que ya que no se volaba, de perdidos al río, intentemos avanzar un último trecho... ¿tal vez tendría un nido? No era época de cría. ¿No podría volar? Parecía perfectamente sana... en ese caso, ahora sí que se irá, no nos va a permitir estar a 2 metros de ella... ¿o sí?
Yo desde luego, no estaba pensando con claridad, jajaja, la emoción era tal que me lié a hacer fotos y fotos, 130 imágenes de la carraca, sin pensar que a ver luego quién las edita. Pero en realidad, al repasarlas en casa me doy cuenta de muchos detalles que allí no se percibían
Lo más llamativo de la carraca son sus plumas coloreadas, pero es cuando las ves así de cerca cuando aprecias la verdadera complejidad que tienen. En el recuadro puedes ver la estructura en pequeñas fibras o barbas, cada una diminuta y de un color distinto: ¡un prodigio de la naturaleza!
La verdad, las carracas lo ponen fácil para verlas: no sólo por sus colores (obviamente) ¡sino porque son de las aves más abundantes que hay! Aquí en España, ver una carraca europea es muchísimo más difícil, pero allí se veían por docenas
Pero dentro de su abundancia, este safari es que fue una exageración: había tantas que terminaron siendo el chiste del viaje... -¡mira, otra carraca!- decíamos -¿Otra? ¡No creo! Ah pues sí, otra más... ¡hala, y otra!- Al principio del viaje las llamábamos por su nombre, "mira, una carraca de pecho lila", luego era "mira, una carraca" y al final ya con las iniciales "mira, una CPL" ¡Llegué a hacer el cálculo de que habríamos visto más de 100 en los 10 días! Pero cada una que veíamos tenía una emoción especial
Cada encuentro era único. Sin ir más lejos, la hora del día hacía que cambiaran radicalmente. Aquí ves a una posada en un termitero de Moremi cuando empieza a despuntar el sol. Estaba más hinchada y sus colores más apagados...
Pero la verdadera belleza de la carraca se revela cuando emprende el vuelo... una mancha azul brillante que sobrevuela la sabana es todo lo que se suele ver, pero cuando consigues congelar ese vuelo, aparecen tonos y gamas de color increíbles
Pillar a las carracas en vuelo fue toda una odisea, ¡siempre despegan justo cuando dejas de mirar!
¡Ñam ñam, esta libélula seguro que le supo deliciosa! Su bello aspecto no significa que no sean cazadoras implacables, pueden llegar a capturar hasta ratones
Pero todos nuestros avistamientos iban a palidecer en comparación con éste.
Era media mañana en Khwai, y en la orilla del río un tocón de árbol muerto en el borde de la pista servía de posadero a una carraca. Le hicimos unas cuantas fotos y continuamos por la pista, lo cual nos acercaba a la carraca...
-¡Vaya, todavía no se vuela!- pensábamos. Ahora estábamos más cerca y los fondos iban variando según nos acercábamos. El posadero era muy bajo, apenas metro y medio sobre el suelo, así que no tardaría en volar. ¿Tal vez nos aguante un poco más?
-¡Wow! ¡Estamos ya a 6 metros y aquí sigue, posando!- pensé. Qué maravilla, poder ver a semejante animal a esta distancia
Lo espectacular del momento no era sólo ver la carraca en sí, sino el hecho de que estuviera completamente libre, en este paraíso que es su hogar. Por eso puse el zoom al mínimo para que detrás de la carraca se viera todo el paraje
Pasaba el rato y allí seguía, como si no nos hubiera visto. Avanzamos el coche un par de metros más y fuimos consiguiendo distintos fondos, como éste verde oscuro que contrasta con su cabeza
La oportunidad era única, tenerla a esta distancia me permitió fijarme más detalladamente en aspectos como las garras. Las escamas son como una armadura, ¡y las garras, temibles! Qué cantidad de animalillos habrán caído bajo esas patas...
Pensamos que ya que no se volaba, de perdidos al río, intentemos avanzar un último trecho... ¿tal vez tendría un nido? No era época de cría. ¿No podría volar? Parecía perfectamente sana... en ese caso, ahora sí que se irá, no nos va a permitir estar a 2 metros de ella... ¿o sí?
¡Pues milagrosamente sí! En Botswana, como ya no se caza ni se daña a los animales, están lógicamente muy confiados... ¿pero ésto? Hasta nuestro guía, que ha pasado años en el campo, estaba perplejo. ¡Y nosotros más aún, claro! Aquí ves a Patrick, otro de los participantes del safari, ajustando la cámara con la carraca a 2 metros
Yo desde luego, no estaba pensando con claridad, jajaja, la emoción era tal que me lié a hacer fotos y fotos, 130 imágenes de la carraca, sin pensar que a ver luego quién las edita. Pero en realidad, al repasarlas en casa me doy cuenta de muchos detalles que allí no se percibían
Lo más llamativo de la carraca son sus plumas coloreadas, pero es cuando las ves así de cerca cuando aprecias la verdadera complejidad que tienen. En el recuadro puedes ver la estructura en pequeñas fibras o barbas, cada una diminuta y de un color distinto: ¡un prodigio de la naturaleza!
Al cabo de un par de minutos, empezó a mover la cabeza con más inquietud, estaba buscando otro nuevo posadero.. tenía que continuar su ronda por el territorio
Y esta fue la última mirada de la carraca. Emprendió el vuelo hacia otro árbol y continuó con su mañana como si nada hubiera ocurrido, pero a nosotros nos había dejado un momento inolvidable grabado en la memoria
Las carracas (sobre todo esta última) nos enseñaron una perspectiva nueva de ver este ecosistema, pero en las sabanas de Botswana quedaban muchas más aves de colores... ¡continuará!
Que nivel de detalle compi, buen reportaje de un ave preciosa, un viaje muy interesante.
ResponderEliminarSaludos, Fernando (Avesforum)
Muchas gracias, me alegro de que te guste!
EliminarUn saludo!
Vaya preciosidad! Muy buenas fotos. Enhorabuena.
ResponderEliminarMe alegro, gracias!
Eliminar