Nuestro viaje empezó en Maun, la ciudad que sirve como entrada al norte de Botswana:
Maun desde el aire
Teníamos un par de días para gastar en Maun antes de que empezara el safari, ¡para mí eso significaba vía libre para buscar pajaritos por los alrededores! Y como Maun esta en pleno delta del Okavango, aves no faltaban:
Nada más llegar al primer hotel, hubo premio. En cuanto dejé tiradas las maletas en la cama, salí cámara en mano a ver qué había... ¡cada minuto allí es oro! Y me encontré con este macho de escinco listado de Wahlberg (Trachylepis wahlbergii)
Es entonces cuando empiezas a encontrar las aves más comunes: la tórtola ojirroja (Streptopelia semitorquata) es de las más confiadas. Su canto, un arrullo oído frecuentemente, parece decir en inglés: "I-am-the red-eyed-dove!" ("¡Yo-soy-la-tórtola ojirroja!")
Es media tarde en este tramo del río Boronyane, y las aves descansan en los árboles: entre ellas hay una muy especial, a la que yo tenía muchísimas ganas: el alcaudón pío (Urolestes melanoleucos)
Era un grupo de unos 7, y cuando cayó la tarde empezaron a cazar...
¡¡Ñam ñam!! Este gusanito recién capturado le debió saber de maravilla. Fue una de sus últimas capturas del día, porque al poco rato ya se hizo de noche, pero a la mañana siguiente continuaba la diversión...
Jacana (Actophilornis africana) con la primera luz de un nuevo día: ¡amanece en el río Boronyane!
Los alcaudones habían vuelto al mismo tramo de río para cazar: imaginaros mi alegría, claro
Tuvimos que irnos para ir al "centro" de la ciudad, pero al atardecer fuimos a donde pasaríamos la 2ª y última noche de hotel:
¡Y éste estaba en las orillas del río Thamalakane! Más festín de aves todavía para mí
Como esta abubilla africana (Upupa africana) que, si te fijas, es de un color mucho más oscuro que la europea
También me encontré con un viejo conocido del año pasado: ¡la cigüeña de pico abierto (Anastomus lamelligerus) estaba justo en el mismo sitio que hace un año!
Y echó a volar sobre los carrizos del Thamalakane
El pigargo vocinglero (Haliaeetus vocifer) volando sobre el río en su última patrulla del día
Pero lo más impresionante fue encontrarse con este drongo de cola horquillada (Dicrurus adsimillis), posado en una valla. Yo sabía que eran confiados, así que decidí acercarme un poco...
¡Lo que no esperaba es que me dejara acercar tanto! Llegó un punto en que el objetivo ya no podía enfocar, y allí seguía él tan tranquilo. Ésto es lo que hace especial a esta zona de África: como no se hace daño a los animales (a diferencia que en Europa), ellos no tienen por qué temernos. ¡Pensar en acercarse así en España es impensable, se habría espantado horas antes!
Era espectacular verlo tan de cerca, pudiendo apreciar todos los detalles, matices de color, etc... ¡hasta las plumas que parecen vibrisas en la mejilla! Es un ave común allí, pero nunca olvidaré ese avistamiento
Decidí recolocarme a su alrededor para conseguir fondos diferentes, hasta que me fijé en las palmeras que había detrás: ¡iluminadas por los últimos rayos de luz, daban un fondo espectacular! Me gustó mucho cómo quedó el contraste entre el naranja de la palmera y el azul oscuro del drongo
Y para cuando me quise dar cuenta, ¡ya era de noche otra vez! La silueta de la avefría herrera (Vanellus armatus) fue lo último que vi
Pero este segundo hotel todavía tenía una última sorpresa: ¡un comedero para aves! Ya había estado el año anterior en el comedero, y claro, iba ya mentalizado y con todo preparado para disfrutar...
Continuará en la próxima entrada!
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