-Anhinga, anhinga!!, dijo el conductor de la pequeña barca en la que íbamos montados señalando a una extraña criatura, mitad ave y mitad serpiente, que devoraba un escurridizo pez en medio de un enorme río africano...
¿Cómo habíamos llegado hasta aquí? ¿Qué es este extraño animal? ¿Y qué significa anhinga?
Estábamos por supuesto en la recta final de nuestro safari en Botswana... y habíamos llegado a un lugar mágico, un lugar de extrañas criaturas donde a cada vuelta del camino puede aparecer cualquier cosa
¡El Chobe Riverfront! Este majestuoso río marca la frontera entre Botswana y Namibia para desembocar en el Zambezi y caer por las Cataratas Victoria.
Pero en este tramo, el Chobe fluye lento y profundo... y bajo la atenta mirada del pigargo vocinglero (Haliaeetus vocifer), un extraño animal descansa junto al agua
¿Pero qué es?
¿Un enorme pico en una cabeza diminuta sobre un larguísimo cuello?
Se trata del anhinga africano (Anhinga rufa) o pato aguja, conocido localmente como snake bird, "el pájaro serpiente". En realidad es un suliforme, pariente de los cormoranes, alcatraces y fragatas: un prodigio de la evolución en el que hasta el último detalle está perfeccionado para convertirlo en el pescador por excelencia.
¡Y un paseo en barca por el río Chobe es un desfile de anhingas, para ellos debe ser un paraíso!
El sol del mediodía les viene genial para secar las plumas. Al igual que las del cormorán, las plumas del pájaro serpiente no son totalmente impermeables, lo que les permite bucear sin flotar. Sin embargo, eso les obliga a pasar muchas horas poniéndolas a punto de nuevo
Un viejo árbol caído en medio del río era el posadero preferido de este anhinga, como atestigua la corteza sepultada de guano blanco
De repente, empezó a recolocarse y a bajar (¡no sin cierto esfuerzo!). Se paró justo encima de las olas del potente Chobe, como si tuviera ganas de lanzarse...
...¡chof! Un pequeño salto y el anhinga estaba en su medio. ¡Ahora no cabe duda de por qué se le llama "snake bird"! Miró a los lados, metió la cabeza y echó a bucear alejándose de nosotros...
En ese momento yo solo pensaba "¡Cuidado, pequeño anhinga, cuidado por ahí!" y es que ese tramo del Chobe está repleto de troncos flotantes como éste, que el anhinga haría bien en evitar.
Por supuesto, no contábamos con volver a ver al anhinga buceador, una vez empiezan a nadar quién sabe hacia dónd... -There it is! Oh, it has a fish! A fish!, dijo el conductor de la barca... ¿sería posible?
¡Wow, así era! En otro tocón de la orilla estaba otra vez el anhinga... ¡pero con un enorme pez en el pico! Lástima que estábamos lejos y para cuando llegáramos ya se lo habría tragado... aún así, allá que fuimos...
...¡pero resulta que se le había atragantado! El resbaladizo pez no quería bajar por la estrecha garganta del anhinga. Las cámaras echaban humo, y además según avanzaba la barca el fondo iba "rotando" y cada foto parecía hecha en un sitio distinto. -¿Y si nos acercamos un poco más?-
La escena era prehistórica: el extraño pájaro serpiente tragándose lentamente un escurridizo pez en medio de un río lleno de cocodrilos bajo el sol de un mediodía africano.
Y cuando parecía que no iba a conseguirlo nunca, el anhinga estiró el cuello y cerró el pico definitivamente. ¡Por fin!
¡Qué alivio! Habían sido unos minutos duros para el anhinga... ¡y para el obturador de mi cámara! El pájaro serpiente se había ganado un merecido descanso, pero a la cámara todavía le quedaban horas de trabajo: ¡como podrás comprobar en la próxima entrada, no solo hay anhingas en el Chobe!
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